Bolivia : El desafío del arte y textil Jalq’a // Le Tissage Andin de Jalq’a !

telesurtv.net – 26 ABRIL 2024 / vincetmanu.com – 16/11/04

« La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado; la imaginación rodea el mundo. »

Albert Einstein.

Las noticias dan cuenta de que Bolivia postuló ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) a la “festividad de la Virgen de Guadalupe” y al “Arte y textil Jalq’a”, de modo que ambas expresiones culturales, ingresen a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural e Inmaterial.

Bolivia posee esos reconocimientos, a través de la declaración por la Unesco de acciones patrimoniales de gran valor cultural, desde los años 2008 al 2023. Fueron concedidos a: Fiesta de Ch’utillos (o Fiesta de San Bartolomé y San Ignacio de Loyola); La Fiesta grande de Tarija; Festividad del Señor Jesús del Gran Poder (ciudad de La Paz).

También resultaron reverenciados con igual nombramiento: Recorridos rituales en la ciudad de La Paz durante la Alasita; El Pujllay y el Ayarichi: músicas y danzas de la cultura yampara; Ichapekene Piesta, la fiesta mayor de San Ignacio de Moxos; Protegiendo el patrimonio cultural inmaterial de las comunidades aymaras en Bolivia, Chile y Perú; El carnaval de Oruro y La cosmovisión andina de los kallawayas.

La Unesco aprecia lo tradicional y viviente de estas manifestaciones, al mismo tiempo, representativas de las comunidades. Porque el patrimonio vivo, se refiere a personas y prácticas. Comprende también expresiones heredadas de los antepasados, con valor excepcional y transmitidas a nuestros descendientes.

Al nombrar la herencia del arte y textil Jalq’a, quizá la humanidad girará su mirada hasta allí y avive la imaginación en los observadores de las huellas, de la gente portadora de memorias que le dan sentido.

Arrojará un poco de luz acerca de la complejidad de las culturas indígenas contemporáneas, que se manifiestan con el lenguaje del mito. Son aquellos mismos originarios, que se expresan a través de sus descendientes; los que llevaron hasta límites insospechados su capacidad de sobrevivencia, su inteligencia simbólica y desbordante imaginación.

Revelación

Todo está “más adentro”, dirían las tejedoras que hasta hoy han sostenido el patrimonio, como muestra los conocimientos ancestrales transmitidos por generaciones. La destreza de sus manos nos hace viajar en el tiempo y reta a comprender un lenguaje muy emotivo de sus propias travesías.

No sólo para representar la cultura, sino para enmendarla. El arte textil de la cultura Jalq’a, es sobre todo, una expresión de resistencia indígena al colonialismo, expresado desde el municipio de Sucre, provincia Oropeza del departamento de Chuquisaca.

El sentido del imposible se rebela frente a sus tejidos, que están fuera de los ejercicios convencionales del entendimiento. La imaginación femenina es asumida como impronta de vida, cuya fantástica fuerza expresiva, es captada en el hilado “pallay supay” o “tejidos del diablo”.

El exclusivo arte manual, expresa con osadía una simbología desbordada. Representa su espacio de vida, los instrumentos de trabajo, la técnica del tejido en telares tradicionales hechos de madera, heredados por las abuelas y constituyen por milenios, protección y sustento económico de las familias.

Distribuidos en territorios, los Jalq’as están principalmente asentados en los valles y las cabeceras de los departamentos de Chuquisaca y Potosí, se expresan en lengua quechua y manifiestan particularidades en los ritos, la música y la vestimenta.

Para los indígenas, la vestimenta es identidad y no un simple cobertor. Cuando observas a los hombres, el atuendo Jalq’a lleva detalles bordados en almilla o camisa, en los extremos del pantalón, el manto o “lijlla”. Obviamente, un poncho para el frío y un sombrero pequeño.

El atavío indígena prehispánico, era tejido en telares de tipo horizontal, vertical, oblicuo o de cintura. Entre otras prendas, ellas llevan la falda o “axsu”, “pallay” (una especie de mantón) y la “almilla” o camisón de las mujeres.

La técnica

Cuando preguntes a una mujer Jalq’a, por qué predominan el rojo y el negro en sus tejidos o qué sentido trasmiten a través de los seres imaginarios en los cuadros hilados, quizá no sepa responder con palabras. Todo está en la obra. Porque el proceso previo a un trozo de tela tejida, podría demorar unos cuatro o cinco meses. Dicen ellas, implica extraer la lana de oveja o llama. Luego lavarla y secarla, darle color y volver a secar, hilar y llevarla a un telar donde se desarrolla la creación.

El telar es artesanal, como la obra misma. Está construido con cuatro maderos, que deben ser amarrados con pericia en sus intersecciones. Éstos se atraviesan con otros palos más cortos, cuando el hilo cae tenso en múltiples surcos. Para realizar los “puntos”, se hace como un raspado, utilizando un hueso corto de llama.

Desde la infancia, principalmente las niñas observan y participan en todo el proceso; luego ejecutan el tejido. Saben que para hacer emerger el color negro, tienen que escoger dos hilos negros, uno rojo y para que salga el rojo, tienen que elegir dos rojos, un negro; dijo la tejedora al periodista boliviano G. Romano.

Juliana Choque lo aprendió con su mamá Juana, esta de su abuela y así hasta el infinito. A Juliana le enseñaron a tejer hace 29 años, cuando solamente tenía nueve. Orgullosa de su profesión, explica que su mamá le dio la técnica, pero no fue hasta después, que pudo expresar todo lo que está en su mente. “Todo lo saca de su cabeza”.

Cuando aprenden a representar las imágenes en el telar, sin dibujarlo previamente, en “poco tiempo” hacen “una suphay” o demonio. De inmediato, piensan cómo continuar con otras figuras. Tal vez el Cóndor, incluido en el escudo nacional de Bolivia; el ave que en su inmensa majestad simboliza la grandeza de los Andes, la única especie que representa la fuerza y el poder.

Quizás tejen figuras de sapos, llamas, liebres, casi nunca en su forma natural y con inspiración espontánea pueden pasar a trenzar formas de monstruos u otros seres del “uku pacha” o inframundo, sin necesidad de un boceto.

Los hombres jalq’as también tejen, mencionó la investigadora María Isabel Rojas. Existen tapices exclusivamente hechos por varones, con técnicas muy arraigadas antes de la colonización española. Destaca que el tapiz se diferencia del “pallay”, la técnica femenina que utiliza la compleja madeja de urdimbres complementarias.

El fascinante Museo de Arte Indígena ASUR, ubicado en Sucre, colabora con la comunidad de Potolo. En el colegio 6 de Junio “B”, se implementa la enseñanza de esta técnica del tapiz masculino, en la asignatura de “técnica tecnológica”. Con el aprendizaje, los estudiantes desarrollan destrezas para revalorizar los tapices artesanales, orientados al nuevo modelo educativo “Sociocomunitario Productivo”.

La forma de realizar el proceso y la integración, hace a la cultura de Jalq’a, un “arte colectivo”. En la lucha por su sobrevivencia, se han perdido algunas prácticas textiles de hilado y torcelado, como parte de la tradición de trabajar con la manualidad.

Continuación y Enlace al artículo en español : https://www.telesurtv.net/…/desafio-arte-textil-jalqa…

Suite et Lien vers l’article en français : https://www.vincetmanu.com/tradit…/textile_andin_jalqa.php

Introduction: Tarabuco et Jalq’a

Ces deux communautés vivent près de Sucre, et paraissent avoir formé une unité politique dans des temps plus reculés (les Yamparas), avant la colonisation espagnole. Ils ont tous deux développé un art textile riche et complexe, et très différent.

Les Jalqa’s représentent un groupe ethnique de 26.000 personnes. Ils se reconnaissent comme groupe et sont repartis en plusieurs communautés.

Les Tarabucos tirent leur nom d’un village proche de Sucre, et même s’ils parlent la même langue et forment une culture unie, ils ne se reconnaissent pas comme groupe. Seuls les étrangers les appellent d’ailleurs « Tarabucos ».

Les textiles de Tarabuco et de Jalq’a

L’axsu, pièce majeure du tissage, est la pièce centrale de l’habillement féminin, elle affirme l’appartenance ethnique de la femme qui la porte. Porté à l’arrière, sur la robe, l’axsu se compose de deux pièces cousues à hauteur de la ceinture. En haut et en bas, deux bandes de tissus plus ou moins larges forment des dessins complexes, les « Pallay ». Le pallay est la zone d’expression, caractérisant les groupes ethniques. Au milieu un espace uni, noir ou marron, est appelé « Pampa ».

Dans une étude récente, les ethnologues ont mis en lumière le fait que les pallays de Tarabuco et de Jalq’a se sont construits l’un par rapport à l’autre, entretenant de facto un dialogue entre les deux communautés à travers leurs textiles.

Les tissus de JALQ’A

Organisation de l’espace

Les textiles de Jalq’a sont le plus souvent d’un espace unique sans aucune segmentation, mais on trouve quelques exemples d’un espace central entouré de deux bandes. Mais même dans ce cas de « segmentation », elle n’est pas claire puisque les trois bandes ne sont pas séparées par un élément visible mais accolées et que les sujets sont identiques dans les 3 zones de l’axsu, voire qu’ils « débordent » d’une zone à l’autre.

Dans tous les cas de figures, les axsu de Jalq’a représentent un espace continu, fluide qui s’articulent sans coupures évidentes (à gauche) , hormis dans de rares cas, plus anciens comme ci-contre à droite.

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